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Mostrando entradas de agosto, 2006

Las giras de la niña payasa

La niña payasa ha vuelto de su gira triunfal por la Tasca Juanita, en la que varias veces al día ha redefinido el concepto de "ridículo". La niña, que cuando la ocasión lo requiere bebe más que Sue Ellen los viernes, ha ofendido de tantas formas a la razón y al buen gusto, que el único consuelo que nos queda es que, al menos, mientras esté haciendo el cateto por los más insalubres garitos, no estará planeando revoluciones ni diseñando cuadritos. Bienvenidos sean sus etílicos delirios si libran al mundo de la amenaza de la niña. ¿Hasta cuándo soportaremos sus despreciables devaneos? ¿Será demasiado tarde? ¿Acabaremos todos siendo sus esclavos? ¿Ya han pensado lo que van a ponerse?

El mundo

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La niña payasa se desmelena, no hay otra explicación. Después de una etapa pseudopoética de escaso gusto y lamentables resultados, la insólita niña ha decidido volver a sus cuadros, y empezar por lo más básico: ella misma. Su relación con el mundo es el tema de este cuadro, y en él la niña, ya sin rebozos, confiesa sus malévolas intenciones. Más le valdría a la comunidad internacional ponerse las pilas antes de que la niña petarda ésta consiga sus objetivos y esclavice al mundo para sus torticeros propósitos. La sangrienta revolución está en marcha, y es muy posible que la lista de sacrificables aumente considerablemente. La gente es desagradable, y la niña payasa no iba a ser menos.

Niveles

En este nivel no sé quién eres ni quién soy. En el nivel anterior ya había olvidado tu rostro. Pronto volveré a conocerte y pronto tu voz volverá a hablarme del tiempo que pasó, pero ahora tu voz es extraña, tu cuerpo desconocido. Un planeta que no deseo conocer. Ayer naufragaba en todas tus orillas, mañana sabré lo que oculta tu mapa, hoy no sé quién eres ni quién soy.

La trágica historia de Laurita Pérez

Laurita Pérez estaba muy emocionada. Después de largos años de preparación, se iba a presentar en un teatro. El público por fin podría compartir con ella el milagro de su voz, don maravilloso por el que daba a diario gracias al cielo. Cuando Laurita Pérez terminó de cantar su primera canción, la mayoría del público tenía tal ataque de urticaria que en toda la ciudad se agotaron las reservas de pomada durante varios meses. Pero Laurita no se dejó vencer por el desánimo. Laurita era una chica con grandes inquietudes culturales y artísticas. Más tonta que una mata de habas, eso sí, pero llena de inquietudes. El único problema de Laurita era encontrar un cauce para sus inquietudes, aunque, teniendo en cuenta que Laurita a duras penas era capaz de encontrarse el culo con las dos manos, su problema era más grave de lo que pudiera parecer a simple vista. Tras el fracaso de su experiencia musical, y en contra del consejo de sus mejores amigos, decidió probar suerte como actriz. Toda la ciudad

Y al final...

y al final quién decide la hora adecuada quién espera un instante más sin apenas mirar el infinito quién sabe cómo llegaremos si es que alguna vez llegamos quién puede saber la ruta indicada quién conoce el final del camino o también la razón del viaje el nombre de la tormenta la puerta de entrada la palabra mágica avanza despacio mientras puedas es un buen consejo y como todos los consejos es inútil no mires atrás no escuches a los pájaros nunca repito nunca olvides tu nombre aunque no lo digas no lo digas nunca

Summer is icumen...

¿Existe un límite a la vulgaridad a la que puede llegar el ser humano? En determinadas zonas de la costa española, la respuesta es, categóricamente, no. No existe ningún límite. No hay abismo de ordinariez al que hordas de subhumanos no se arrojen vociferando. Las vacaciones son una competición permanente por lograr la degradación más plena, la horterada más completa. La gente es desagradable, y en verano, más.

Como la canción

Como la canción que cantaba la noche (apenas su recuerdo asalta el duro cuerpo de la mañana): No habrá otra canción como aquella canción en tu aliento cargado de ternura.

Crisis, ¿qué crisis?

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La niña payasa, en una pirueta intelectual digna, sin duda, de mejor empeño, establece una evidente relación entre la crisis del pensamiento posmoderno y la ya famosa sangrienta revolución. ¿A qué audaces conclusiones llegará la dichosa niña en los próximos días? La niña payasa, además, quiere salir al paso de los maliciosos rumores según los cuales uno de sus célebres cuadros sinópticos iba a estar dedicado a explicar el mundo del canto coral y los coralistas en general. Rumor absolutamente infundado: todo el mundo sabe que los cuadros de la niña payasa son la explicación del universo en que vivimos, y que los coralistas viven en un universo paralelo sin el más leve contacto con la realidad. En esas tinieblas exteriores ni la intrépida niña payasa se aventura. La gente no siempre es desagradable, pero casi siempre.

La crisis del pensamiento posmoderno

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La niña payasa no se corta un pelo, y con audacia delincuente nos explica en dos palabras (¿para qué más?) la crisis del pensamiento posmoderno y todo lo que ello implica. Que dios la perdone, si puede.

El mar, el mar

El mar de la niña payasa es azul, tranquilo y lejano, como deben ser los mares. Es un mar solitario, casi una fotografía en una pared blanca. Un par de gaviotas, dos o tres barcos tal vez. Intenso y nítido, el mar de la niña payasa es horizonte. No hay playas, multitudes ni poetas. El salitre no rima con nada en este mar. Es un mar de media tarde. La luz es ya un pensamiento de atardecer, la hora en que los versos deberían estar más prohibidos. El mar se ausenta al más leve indicio de canción. Todo es mirada en el mar de la niña payasa.

Nuevos datos de la sangrienta revolución de la niña payasa

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La niña payasa va poco a poco concretando los planes de su famosa y sangrienta revolución. Según parece, va a ser imposible salvar a los admiradores de Il Divo: su exterminio se considera indispensable para el futuro feliz de la raza humana. La gente, definitivamente, es desagradable.

La sangrienta revolución (Esquemas de la niña payasa II)

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La niña payasa continúa con su labor pedagógica, y tras profundas reflexiones, ha llegado a la conclusión de que es el momento de explicar la sangrienta revolución que es indispensable abordar para que el mundo se ajuste a sus esquemas, garantía de felicidad para todas las criaturas. En sucesivos esquemas la niña payasa irá enumerando todos aquellos grupos de población que deben ser exterminados sin piedad. La gente, no lo olvidemos, es desagradable.

Los esquemas de la niña payasa

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La niña payasa, que ayer casi se convierte en Gloria Fuertes, ha decidido explicar el mundo mediante una serie de sencillos esquemas. El primero es bastante general, pero poco a poco se irán haciendo más específicos. Por fin, todo el mundo explicado en bonitos esquemas. Grandes y ricos, altos y pobres, pequeños y guapos, feos y bajos, todos encontrarán gran consuelo y sabias enseñanzas en los esquemas de la niña payasa.

Mi mapa del mundo

Mi mapa del mundo está formado por varias páginas cuyo orden nunca acabo de adivinar. La tarea de plegarlo es tan complicada, que al volver a desplegarlo encuentro que el mapa que guardaba en la memoria no coincide con el que está en el papel. Y supongo que ninguno de los dos es el real. Páginas del mapa del mundo de la niña payasa: La pequeña ciudad en la que se crió. (La niña payasa nació en otra ciudad, pero no significa nada para ella). La ciudad en cuya universidad estudió. (La niña payasa tiene un dulce recuerdo de esta ciudad, no así de lo que en ella estudió). La ciudad del norte en la que por primera vez trabajó. (Alguien de esta ciudad le dijo a la niña payasa que en África la recordarían siempre, pero no era verdad). La ciudad del valle en la que se afincó. (La niña payasa llegó casi por casualidad y se quedó toda una vida). La ciudad a la orilla del mar a la que fue a buscar el amor. (La niña payasa lo encontró en lo alto de una colina). Tan solo hay ciudades en el mapa del