El infierno son los demás

Tras observar tu errático destino debo decir que sin duda conoces el signo de los tiempos tal vez seas el profeta que nos anuncie la fecunda llegada del próximo advenimiento. Debo decir también que tus manos hablan un idioma intranquilo pero prefiero gritarlo como si fuera el último mensaje recibido del campo de batalla que nos anuncia por fin tu cuerpo y la lluvia

en otras circunstancias miles de personas hubieran desfilado sobre tu cadáver con vistosos uniformes y disciplinada sonrisa un selecto grupo de privilegiados habría saboreado incluso las partes más jugosas de tu anatomía pero nada es como en los buenos tiempos y asistimos impasibles a tu coronación como planeta insalvable e indómito

reunidos en este bálsamo los principales agentes del miedo, convocan sin tardanza una batalla desesperada entre la noche y el viento del este pabellones alzados observan sin tregua, siquiera un instante cierran los ojos al vacío, lenguas muertas besan sin prisa los despojos del tiempo y en venenosas flores transforman su hedor de silencio.

Como si no fuera viento el constante afán de la niña, mastica ella despacio mansiones de amor y penumbra. Existe un infierno mayor, asegura sin tregua, mientras calla varios nombres distintos del tornado y el ciempiés.

Ni un atisbo de duda hubo en su mirada. Cuando los piratas le preguntaron a quién debían matar, ella contestó: a todos.

Ella se quedó sin saldo en el espejo mágico.

La niña consultó al consejo de ancianos, que le aconsejó cambiar de hidratante. Del contorno de ojos no le dijeron nada, los muy perversos.

En la prestigiosa academia de la niña se desarrolla el nuevo método de aprendizaje por succión.