Tras consumir de una sentada todas las importaciones de mantequilla de la unión europea, transitan la niña y Apendicitis por carreteras secundarias en un desesperado intento de encontrar algo interesante que hacer. Su gesto de hastío marchita las florecillas silvestres, y su única esperanza es llegar al próximo whisky bar, oh don't ask why.
En la página 938769755 del tercer tomo de sus Memorias de Parvulario confiesa la niña que ya en el claustro materno se pintaba las uñas de los pies de color rojo fuego pasión encendido.
Un pasito p'alante y dos p'atrás lleva la nenita todo el santo verano, que ya son ganas. En el antiguo internado del condado de Hereford todo es nostalgia y mensajes por el Facebook pidiéndole a Apendicitis que vuelva, pero como quien oye llover. Continuaremos informando cuando nos acabemos este martini...