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Mostrando entradas de octubre, 2008

El nombre de la cosa

Dado el entorno, repleto de execrables ejemplos, en el que les ha tocado crecer, mucho estaban tardando las gemelas en organizar alguna. Pero ya apuntan maneras: a la edad en la que la mayoría de los niños están siendo tranquilamente acosados por mafias de infantes matones en las guarderías, ellas han decidido cambiarse de sexo. Y, ni cortas ni perezosas, han pasado a la acción: ahora Prudencia tiene el sexo de Apostasia, y Apostasia el de Prudencia. Para que luego digan que un escobazo bien dado a tiempo no es un recurso educativo, vamos. El caso es que, además, se han cambiado el nombre, para no romper las tradiciones de la familia payasa. Prudencia se llama ahora Inocencia, y Apostasia se llama Dieciséis. Creíamos estar curados de espanto con las tontunas de mamá payasa, pero parece que el camino de la degradación ofrece múltiples alternativas que desconocíamos, y que las gemelas pretenden apurar al máximo.

En el día de la fiesta de las doce niñas mariquitas

La niña y las gemelas, en otro incalificable arrebato, han decidido organizar un evento benéfico. El Baile de la Verdad se convertirá en una cita ineludible de la actualidad social. La sinceridad estará terminantemente prohibida, y la vergüenza y el descrédito caerán sobre todo aquel que ose pronunciar una sola palabra de verdad, de ahí el nombre de la fiesta. Los invitados devorarán las entrañas del elegido y danzarán hasta caer muertos. Los beneficios se dedicarán a la creación de huerfanitos en las principales localidades.

El traje nuevo de la vieja niña

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El acabose, la rematadera, el tócame roque. El esplendor y miseria de las cortesanas y los comensales burgueses. El colmo, vamos.

Con ocho niñas basta.

La niña ha adoptado dos encantadoras hermanitas gemelas, a las que ha bautizado inmediatamente con los nombres de Prudencia y Apostasia. Todos los rumores acerca de las irregularidades cometidas por la nena para llevar a cabo esta nueva aberración son ciertos, pero ella como quien oye llover. Las nenas han resultado de armas tomar, y entre la madre y las nenas, sabrá dios lo que traguen las criaturitas en el biberón. La niña pretendía criarlas a sus pechos, pero las bebitas se le cachondearon de tal manera que no le quedó más remedio que beberse un copazo de whisky y correr a la farmacia a encargar biberones tamaño familiar y con coctelera incorporada. El mundo tiembla. La niña ha vuelto.

La niña de los sicarios

¿Nadie tendrá compasión de ella?