La niña del Alcázar de Madrid de 1666

Está sentado en el autobús. Es el principio de la línea, así que está esperando a que el conductor inicie la marcha. Apenas hay nadie; aunque seguro que en dos o tres paradas el autobús se llenará, de momento disfruta de unos instantes de calma. 
Ha elegido su sitio preferido: es un autobús moderno, con una curiosa distribución: donde otros modelos más antiguos tienen cuatro asientos enfrentados, creando un espacio algo más amplio, éste añade un desnivel, de manera que el asiento a su derecha está por debajo. Aunque alguien se siente no le molesta. 
Justo antes de que el conductor arranque, sube una mujer y viene a sentarse enfrente de él. Resulta un poco extraño, porque el vehículo está medio vacío y el asiento que ha elegido le obliga a ir de espaldas a la marcha, por lo que esos puestos solo suelen ocuparse cuando ya no quedan otros libres. Pero la mujer ha venido directa aquí, como si fuera su lugar favorito del autobús. Tiene el pelo largo, bastante descuidado, con muchas canas, aunque no parece ser demasiado mayor. Pronto comprende la razón de que haya elegido este sitio: no se había dado cuenta, pero en el lateral hay un pequeño enchufe, y ve que ella saca un cable de su bolso, por lo que imagina que va a cargar su teléfono. Pero el cable que enchufa no es un cargador, sino que termina en unos auriculares. Se los pone, y tras mirarle fijamente durante unos instantes, abre la boca y simplemente desaparece. Ya no está allí.

No sabe si alguien más se ha dado cuenta de nada, pero sospecha que sí. Algo en la manera que tienen todos los pasajeros de evitar mirar en la dirección del su asiento le da la absoluta seguridad de que todos saben lo que ha ocurrido. Están allí para asegurarse de que la mujer ha hecho lo que tenía que hacer, y observan disimuladamente lo que él haga a continuación. Pero no sabe qué hacer a continuación. Solo sabe que también tiene unos auriculares, y piensa durante unos instantes si debe enchufarlos y desaparecer. Reina un silencio absoluto en el autobús, pero sigue siendo consciente de que todos están pendientes de él. Intenta observar algún rostro en busca de una pista, pero nadie le mira. Piensa que tal vez ha desaparecido ya, puesto que su presencia en ese lugar concreto no parece tener ningún efecto sobre las personas que le rodean. Tal vez ya ha enchufado mis auriculares y camina en pos de la mujer en su mundo de sombras. Tal vez ella fuera solo un señuelo para llevarle allí. Hace cada vez más frío. El autobús no se detiene en la parada siguiente. 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy interesante.
Bien escrito
Saludos