La niña de hojas
El primer cliente Y allí estaba, efectivamente, Adalaura, establecida, con su despacho decorado por el hombre invisible, y con una placa surrealista en la puerta. Decidió que nada la iba a deprimir, así que a la mañana siguiente, a una hora prudencial cercana al mediodía, tras haber madrugado y haber dedicado varias horas a su toilette, Adalaura se sentó por primera vez en su despacho y se dispuso a esperar a su primer cliente. Estaba segura de que no tendría que esperar mucho, y que pronto estaría ocupada en varios casos, a cual más emocionante. A los diez minutos se había trasegado dos whiskies (Adalaura había dado gracias a los dioses al comprobar que la mesa de su despacho era a su vez un coqueto mueble-bar), iba por el tercero, y maldecía su suerte, su futuro, su decisión de ser detective, y de paso, su elección de ropa interior para la jornada, que la tenía incomodísima y sin encontrar postura. Estaba a punto de prorrumpir en desgarradores sollozos, mesándose al tiempo la cab...