La niña y el vabagundo

reunidos en este bálsamo los principales agentes del miedo,
convocan sin tardanza una batalla desesperada
entre la noche y el viento del este
pabellones alzados observan sin tregua, siquiera
un instante cierran los ojos al vacío, lenguas muertas
besan sin prisa los despojos del tiempo y en venenosas flores
transforman su hedor de silencio.

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