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Mostrando entradas de marzo, 2008

A una niña desconocida

Querida niña payasa como este año he sido muy bueno quiero que me traigas por este orden catorce pájaros blancos doce joyas de incalculable valor tres miradas llenas de misterio el suave roce de tu piel olvidada y no te olvides por favor de traerme también el nombre de la tormenta.

Las armas de la niña

Ha decidido crear el mundo en siete días.

En el nombre del hijo de la niña

El remoto internado del condado de Strattfordshire va ganando poco a poco terreno en la lucha por el lugar con más marcha del universo. Resulta que Apendicitis, cómo no, estaba llevando una doble vida. (Triples y cuádruples las ha llevado su mamá, así que no se sorprendan). Durante el día, sin descanso se dedicaba al estudio y las obras pías, pero al llegar la noche se dedicaba a sacarse el título CCC de Maquilladora especializada en fiestas de despedida de soltera de pueblo. Su secreto salió a la luz cuando insistió en hacer prácticas con el director del internado, Mr Stoughton, que resultó ser terriblemente alérgico a la papaya, ingrediente fundamental en la mascarilla desincrustante con la que comenzaba el tratamiento. Los picores que le ocasionó la reacción le impidieron entregar a tiempo el trabajo final del curso CCC de Putarraca pastillera de Móstoles, que el estricto Mr. Stoughton realizaba en secreto en sus escasos ratos de ocio. Total, batalla campal en el claustro. Volaban l

Sotileza

La niña ha olvidado ya todos los sustantivos, los artículos, los verbos, los adverbios, las interjecciones y las conjunciones. Sólo pronombres y preposiciones. Tú ante mí. Yo sobre ti. Qué petardísima y ofensiva llega a ser, la pobrecilla.

Niñas, al salón

Desengañada por la superficialidad del mundo y las relaciones humanas, sobre todo las que mantenía con Fascitis Plantar, Renta Per Capita ha decidido abjurar de su escandalosa vida de tacones imposibles, y volver al claustro. No al materno, que menuda expedición, sino al claustro del olvidado colegio del condado de Hampshire, de donde nunca debió salir. De rodillas ha recorido el largo y tortuoso camino, y el rigor de sus penitencias ha conmovido hasta a las piedras. Ha sido recibido por la comunidad en pleno, que le ha aplicado un enema y un exorcismo (¿de cuál habrá disfrutado más?) antes de raparle el pelo al cero y rebautizarle con el nombre que su inexplicable madre le impuso al nacer. Apendicitis ha llorado todo el tiempo lágrimas de felicidad, y de vez en cuando echaba miradas de reojo, no se fuera a presentar mamá payasa a robarle el plano. Pero no había peligro, la nena estaba de campaña electoral diciendo estupideces por todos los pueblos de España, y no tenía tiempo de autos

La niña voló sobre el nido del cuco

Se sabe extranjera y observa con recelo la sombra, impalpable amenaza y ofensa, cálido ritmo detenido en su mano.