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Mostrando entradas de enero, 2014

Lo que queda de la niña

El primer cliente bis El silencio reinaba en el atestado despacho cuando el personaje dobló la esquina del pasillo y se hizo visible para nuestros tres amigos. –¡Funchi Salamber!– exclamó Adalaura cuando reconoció a su primera clienta. –¡Fechi Selabar!– gritaron a coro Roberto y Hermoafricante, que habían reconocido a la versión de su universo de la clienta de Adalaura. –La misma que viste y calza, Fechi Selabar para servir a Dios y a usted– exclamó la interfecta, que no había oído la extraña variante que de su nombre había pronunciado Adalaura–. Venía buscando el despacho de una detective privado, pero me encuentro una placa llena de faltas de ortografía y un despacho lleno de gente que no me ofrece la menor confianza.. Hermoafricante, que, al reconocer a Fechi, había proferido un bufido indescriptible, masculló con desprecio: –¿Pide confianza la enemiga pública número uno? Qué poca vergüenza. –Detestado Hermoafricante, precisamente verte a ti en este desp

La gran niña americana

El místico objeto en cuestión Vamos a ver, Adalaura, concéntrate, piensa, chiquilla, dónde has podido ver algo así, lo tengo en la punta de la lengua, y como no me venga pronto a la mente voy a quedar fatal delante de estos dos, menuda pareja, un demiurgo bello como un dios y simple como un zapato, y un decorador sadomasoquista y experto en saltos dimensionales. Van a pensar que soy mema y superficial, y no me sale de los implantes, así que toca pensar de verdad, no es que tenga mucha costumbre pero tengo que hacerlo, repasemos todo lo que hemos hecho en las últimas horas a ver si localizo el objeto místico dichoso, también son ganas de marear, si un objeto es místico y misterioso pues podía ponerlo claramente, no digo yo con un cartelito, pero vamos, una pequeña inscripción tampoco sería mucho esfuerzo y ahorraría problemas y quebraderos de cabeza. Tiene que ser algo relacionado con el despacho, con todo el trasiego que ha habido por aquí, o mejor por allí, que estamos en otra dime

La niña de ayer

Lo que contó Hermoafricante. Ni Adalaura ni Roberto confiaban demasiado en la coherencia discursiva de Hermoafricante, vistos sus exageradísimos antecedentes y su gusto por lo artificioso y poco natural, con delfines incluidos. De hecho, intentó contarles la historia con una canción, con coreografía sexy y todo, pero Adalaura y Roberto se mostraron inflexibles: nada de musicales, aquello era demasiado serio para llenarlo todo de coristas ligeras de ropa, como pretendía Hermoafricante, que no tuvo otro remedio que resignarse y contarles todo lo que sabía de un modo bastante más convencional.  El decorador les contó que Adalaura no era la primera viajera en aventurarse por el universo multidimensional: muchos otros antes que ella habían desafiado las leyes físicas y hasta las químicas y habían saltado de mundo en mundo con desigual fortuna: algunos volvieron cargados de fama y riquezas, otros volvieron cargados de desgracia y desconsuelo, y otros, simplemente, no volvieron. Pero t

Las niñas peligrosas

El demiurgo tiene un plan. Roberto se dio cuenta de que antes de poder diseñar ningún plan era necesario que Adalaura tomase conciencia exhaustiva de la situación y de todas sus implicaciones. También se dio cuenta de que no iba a ser fácil: Adalaura era una chica dotada de un gran encanto, pero, por decirlo suavemente, los dioses no la habían llamado por el camino de la inteligencia. De modo que decidió saltarse todo el fundamento físico teórico de los saltos interdimensionales, y pasar directamente a la praxis. Adalaura, al oír esto, confundió la praxis con el coxis, y creyó que por fin el bello Roberto iba a sucumbir a sus encantos. Por suerte para nuestro encantador demiurgo, Adalaura decidió que tenía que retocarse un poco para la ocasión; por suerte para ella siempre llevaba encima un pequeño neceser con lo indispensable, lo que dio al galán casi tres horas de tregua en la que empezar a diseñar estrategias para los terribles acontecimientos que podían ocurrir en cualquier mome

Si una noche de invierno una niña...

Adalaura sale del armario Varios factores han de ser tenidos en cuenta para poder comprender la extraña experiencia de Adalaura al cerrar la puerta del armario. El primero, y tal vez fundamental,  es la escasa capacidad de atención de la muchacha para cualquier cosa que no fuera ponible, bebible o comestible, incluyendo a los hombres en cualquiera de los tres apartados. Este primer factor, llámese distracción o simplemente oligofrenia, resultó fundamental, pues hizo que la chiquilla no reparase en una serie de indicios que le podían haber indicado que algo muy serio estaba pasando en su pequeño y coqueto despacho. El primer indicio que Adalaura tendría que haber detectado estaba en la puerta del ya a estas alturas famoso armario. Una inspección ocular no muy detallada habría revelado que el picaporte exterior de la puerta no solo no coincidía con el interior en cuanto a posición, sino que su forma era completamente distinta. El manubrio externo era dorado, recargado y cursi, con