Niña nueva

Tal vez lo más importante fuera el jardín, el color de las hojas que se veían desde la hamaca, el ruido de los coches que pasaban por la calle sin que le molestasen lo más mínimo, para sorpresa de todos los demás. Incluso el canto de los pájaros, que podía llegar a resultar obsesivo en algunos momentos, se integraba para él perfectamente en el todo del que también formaban parte el sol de media tarde sobre la enredadera, las pisadas de los gatos sobre las hojas secas de bambú e incluso la pequeña manta que se hacía a veces imprescindible para poder permanecer al aire libre. El jardín era completo en cada una de sus partes, y todas servían para devolverle al estado de calma y felicidad que echaba de menos todo el año al recordar las semanas de vacaciones. Se desperezaba con gesto lento en su perfecto jardín, y parte del tiempo en la hamaca lo empleaba en enumerar mentalmente todas las cosas que podría añorar después, creando un pequeño álbum fotográfico en su memoria.

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