24.000 niñas

caen de sus refugios las palabras que olvidaba en mi descuido,
insolentes acuden a reclamar mis manos
mis dientes y poco a poco todo lo que una vez sentí como propio
cada vez más cerca percibo el furioso rumor de sus bocados.
por fin puedo decir sin rubor que algo nuevo ha surgido de mis labios,
llorad sin mí en este día extraño en que soy alimento de mi propia furia,
alcanzo la redención que ofrecen mis propios desechos y pronuncio,
con insensato fervor, la palabra "humano", para definir todas las ausencias
que a su vez me definen en el tiempo

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