La niña lunaire

La niña payasa ha decidido comenzar el año escribiendo y protagonizando un novelón de muchísimo cuidado ambientado en la Suecia profunda, lugar que la mentecatísima a duras penas distingue de Boquiñeni. La cosa irá como de retratar la sociedad sueca con mucho claroscuro y dramatismo. En el primer volumen del novelón, que se titulará "Los hombres que no amaban a los arenques", la nena hará de editora de una revista de tendencias tan avanzada que no la leen ni los que la escriben, así que tienen un éxito estrepitoso con cada número, lo que obligará a la nena a pasarse chorropotocientas páginas de Upsala a Malmö y de Malmö a Ekilstunna, eso sí, cambiando el modelazo en cada viaje. Al final hay un crimen horroroso que la nena resuelve sin despeinarse gracias a que es una expertísima en informática. En el segundo volumen, "La niña que soñaba con Ikea y un bidón de gasolina", la nena, ya transformada en la reina de las revistas del corazón para hackers, es secuestrada por un grupo terrorista de fisioterapeutas tartamudos, escindidos de la secta del Prada del día después. Los muy antisociales encierran a la hackeresa en un bidet de un puticlub de las afueras de Estocolmo, de donde solo la rescatará Catalino el de Orense, que se había introducido en la organización haciéndose pasar por representante de Bragas Lucicris, y cuando estaba toda la secta venga a hacer pedidos, va y libera a la chiquilla y se van los dos a ver la aurora boreal a base de martinis. La tercera parte de la trilogía no se publicará hasta tres días después, y llevará por título "La payasa se hace la sueca en un palacio de los más corrientes", y en él se descubrirá que la nena es en realidad un androide del planeta trrrrrrrrrakkkkkkkkkha que ha venido a invadir la tierra pero que se ha liado porque justo empezaban las rebajas del H&M y se ha puesto a comprarse complementos como una loca.

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