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Mostrando entradas de septiembre, 2006

El amiguito carpetovetónico de los niños

"Soy el amiguito de todos los niños", dijo Matías Fernández un instante antes de que todos los niños se tirasen por el balcón del piso diecinueve, verdaderamente fue un caso digno de mención, en la provincia nunca se había visto nada parecido.

La verdadera historia

La verdadera historia de Cándida Pérez con el pastor alemán de su tío Sisinio es demasiado escabrosa para poder ser relatada en estas páginas, es una pena porque es una historia muy bonita, con sentimientos muy a flor de piel y gran profundidad psicológica en el retrato de los personajes.

Filomena Trijueque

Filomena Trijueque vivía en Alcubierre y se em-peñó en aprender a hablar arameo, la tía no paró hasta que lo habló con gran soltura y desenvolvimiento, desde entonces habla siempre en arameo, no la entiende ni dios pero ella está la mar de en-tretenida.

El debut de Pascual

El debut de Pascual Meléndez en el teatro munici-pal fue la mar de sonado. Convenció a Paquita Rodríguez, su novia de toda la vida, de que se metiera en una caja, en seguida sacó una sierra y empezó a cortarla en trocitos, asegurando que en un momento Paquita volvería a estar como nueva. Para cuando llegó la Guardia Civil la sangre llegaba hasta el gallinero, luego dijo que no se explicaba lo que había pasado, y que la culpa fue de Paquita por no fijarse bien en lo que hacía, siempre fue una chica muy distraída.

La estación de Zalamillas

Capítulo siete. Nuestros héroes estaban a punto de ser brutalmente arrancados de su realidad físico-temporal para verse sumergidos en una dantesca pesadilla de horror sin igual, de la que no iban a poder librarse tan fácilmente como sus (a pesar de todo) confiadas miradas hacían creer. Este capítulo, además, contiene muchas y muy buenas enseñanzas, dignas de ser aprovechadas por todo el que lo necesite. Pero vayamos con la acción propiamente dicha. Nuestra fascinante pareja protagonista despertó de su profundo sueño (tras una enervante noche particularmente activa en el terreno erótico) en el momento en el que James, el eficaz mayordomo sin el que estas páginas quedarían reducidas a una mera descripción de heroicas batallas sin el adecuado contrapunto cotidiano y popular, se introdujo en en su apabullante alcoba llevando en las manos la bandeja del desayuno repleta de exquisitos manjares (leche y galletas maría, el presupuesto de los héroes literarios ya no es lo que era, qué le vamos

Nuevas amenazas de la niña

Cuando ya todo el universo conocido respiraba tranquilo, pensando que la lamentable niña payasa dormía la mona para siempre en alguna remota cuneta de un país al que no hubiera llegado la dichosa internet a socavar la moral de la población y las buenas costumbres de sus dirigentes, a la niña, que dios confunda, le da por resucitar, y, en multitudinaria y electrizante rueda de prensa, anunciar a los cuatro vientos su intención de presentarse al certamen Miss Faja-Pantalón de Leganitos. ¿No tendrá nada mejor que hacer la puñetera? ¿Habrá abismo de degradación al que no se arroje? ¿Hasta cuándo habremos de soportar sus atroces desmanes y sus perturbadores cuadros sinópticos? Los ciudadanos de bien debemos de actuar decididamente antes de que sea demasiado tarde.

mirada implacable

mirada implacable, haz misericordiosos cálidos amables los cuerpos. todo el mar cada mano, todo el tiempo, sombra sea la voz, himno los labios, florezca el vientre baldío

lenguas muertas

lenguas muertas en las que tanto confío, tal vez si con humildad absoluta, entregada reverencia, en un pequeño papel escribiera mi nombre, tal vez en vuestra infinita misericordia tuvierais a bien traducirme a vuestro muerto universo, ejecutarme en una palabra os honraría para siempre, la llama eterna ardería ante vosotras, lenguas muertas

Las aventuras sadomasoquistas de Paquita y Pepín.

Aquella mañana Paquita se levantó de un humor de perros. Como suele ocurrir, su estado de ánimo fue contagiando todo lo que hacía: se le quemaron las tostadas, el café sabía a rayos, y cuando estaba en el ascensor, se hizo una carrera en la media. El resto del día transcurrió de la misma manera, y la pobre Paquita se subía por las paredes. Le dolía terriblemente el cuello, sus pobres cervicales almacenaban toda la tensión de la jornada. Paquita se preguntaba qué podría hacer para salir del oscuro tobogán que la llevaba a la depresión. Cuando salió de la oficina, tuvo una idea: Entró en unos grandes almacenes y se compró un látigo. En cuanto lo tuvo entre sus manos, se sintió mucho más relajada, y no pudo evitar pensar: “¿A ver si va a ser que he nacido yo para esto?”. Cuando Paquita volvió a casa aquella tarde, encontró a su esposo Pepín recién salido de la ducha, con el pelo húmedo y tan encantador como siempre. Paquita le dijo: –Pepín, he tenido un día espantoso. Una pesadilla de h