La estación de Zalamillas

Capítulo siete. Nuestros héroes estaban a punto de ser brutalmente arrancados de su realidad físico-temporal para verse sumergidos en una dantesca pesadilla de horror sin igual, de la que no iban a poder librarse tan fácilmente como sus (a pesar de todo) confiadas miradas hacían creer. Este capítulo, además, contiene muchas y muy buenas enseñanzas, dignas de ser aprovechadas por todo el que lo necesite.
Pero vayamos con la acción propiamente dicha. Nuestra fascinante pareja protagonista despertó de su profundo sueño (tras una enervante noche particularmente activa en el terreno erótico) en el momento en el que James, el eficaz mayordomo sin el que estas páginas quedarían reducidas a una mera descripción de heroicas batallas sin el adecuado contrapunto cotidiano y popular, se introdujo en en su apabullante alcoba llevando en las manos la bandeja del desayuno repleta de exquisitos manjares (leche y galletas maría, el presupuesto de los héroes literarios ya no es lo que era, qué le vamos a hacer).
¿Cómo podían nuestros héroes imaginar siquiera que en ese momento el verdadero James yacía incómodamente amordazado en el arcón congelador de la cocina, entre piernas de cordero y otras gélidas viandas, y que aquel ser que, zalameramente, se acercaba hacia su desordenado lecho conyugal era, en realidad, un androide del planeta TRRRAKHA, movido por una ciega sed de venganza?
Por suerte para nuestros héroes, el instinto, agudizado por años de curtimiento en las más horrorosas batallas y situaciones, acudió en su ayuda. Cuando el androide del planeta TRRRAKHA se disponía a abalanzarse sobre nuestra pareja protagonista, se vio sorprendido por un repentino golpe que nuestro héroe, Periquín del Monte, le propinó en el bajo vientre con una contundencia indiscutible.
- ¡Muere, horrendo ser del averno insondable e infinito! - Dijo Periquín. Y, sacando de la mesita de noche su pistola de rayos metagamma, le propinó con ella 56 golpes en la cabeza, hasta que quedó reducido a pulpa de androide (de la que, por otra parte, tantos beneficios comerciales pueden obtenerse, como todo el mundo sabe). Su encantadora esposa Lulú Semuá (de soltera Telesfora Gómez) cayó a sus pies, obnubilada de pasión y entrega, y le preguntó con voz trémula:
- Periquín, esposo mío, ¿cómo supiste la terrible amenaza intergaláctica que se cernía sobre nuestro heroico horizonte?
Periquín, que aún tenía su pistola de rayos en las manos, aprovechó la ocasión para propinar otros 56 golpes a la estupefacta Lulú (de soltera Telesfora), que pronto se vio reducida a una masa sanguinolenta.
Periquín se limitó a comentar:
- Bueno, he matado dos pájaros de un tiro: he destruido la amenaza intergaláctica y me he librado de la pelma de Lulú (de soltera Telesfora) que llevaba 34 años de matrimonio martirizándome.
Y, dicho esto, corrió a la cocina a liberar a James, con quien mantenía un apasionado romance desde hacía varios días.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Viva el triunfo del amor!!!!!
Anónimo ha dicho que…
yo soy de Zala**mamillas**, y lo que he leído es completamente cierto.
Aún se comenta en el teleclub.
La niña payasa ha dicho que…
La niña payasa confiesa que solo conoce Zalamillas de acudir a los desfiles de la semana de la moda.
Anónimo ha dicho que…
Creo haber oido que en Zalamillas no pesan a las modelos.
Anónimo ha dicho que…
No tengo palabras.
La república de Zala** mamillas** os agradece el interés suscitado, pero desea mantener su intimidad. Por cierto, el mamporrero municipal -también alcalde- posee una romana gigante en su casa, o sea, una ro*mamona* capaz de pesar rubias etéreas.
Anónimo ha dicho que…
He de decir que fuí miembro del jurado del concurso "Miss Zalamillas 2000" y que para ello, he sido pesado en la romana gigante del alcalde, que a tan buen fin ha dispuesto en el teleclub del lugar, y nadie me ha recriminado mi pasado como modelo porno. Dominemos nuestras palabras, y tengamos a bien utilizar este medio de comunicación como es debido.