Ella ha vuelto a hacerlo. Aunando simplicidad y elegancia (valga la redundancia), la nena resume en un preciosísimo cuadro la esencia de la vida. No hay palabras.
A mi me han dicho que se le ha visto arráncandole un modelazo de esos rojos a una chavala del desfile de Valentino. Ya se sabe que lo más le gusta a la niña es mangarles el género a los grandes modistos.
Eso me cuadra en la idiosincrasia de la niña. Pero a mis oídos también ha llegado que la noche pre-rebajas durmió con un saco y un termo en la puerta de Berska.
Ya os lo dije antes: Nada como estos cuadritos tan prácticos. Yo los imprimo y los llevo siempre en el bolso. Nunca sabes cuándo los vas a necesitar. El otro día, mismamente, en el peaje de la autopista tuve que hacer uso de uno. Otras veces, si los plastificas y los entregas en vez de la visa, cuela y no pagas. Probad, incrédulos.
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