Había una vez una niña

Tras asistir por error a una función del Circo del Sol, los gritos de la intolerable niña pidiendo venganza llegaron a alarmar a Renta Per Cápita, con resultados desastrosos para la línea de sus cejas, que se afanaba en depilar. Ofendida y despechada, Renta ha decidido hacerse íntima de la falsa hermana de la niña, solo para fastidiar, y ahí las tienen a las dos, amiguísimas y constantemente planeando fiestas elegantes. La falsa hermana ha decidido bautizarse, y ha elegido el nombre de Fascitis Plantar, que ya son ganas de llamarse. La celebración del bautizo ha terminado con las dos mentecatísimas tatuándose la letra del anuncio del colacao, cada una en una nalga diferente.

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