La niña de Troya

El pánico se apoderó del mundo libre cuando se hizo pública la noticia de que la detestable niña había decidido protagonizar una película histórica ambientada en Alejandría y titulada "Agora no me da la gana a mí, ea", en la que interpretaría a una sabia sapientísima a la que un día le salía del parrús organizar un concurso llamado "Miss Bibliotecas", y claro, se presentaban concursantas hasta de la provincia de Washington, con lo que ya no hacía falta que Colón se fuera a descubrir América ni nada, y tras un par de escenas de multitudes correteando por todos los rincones, al final todos se comían una paella gigantesca en la Plaza Mayor de Alejandría, debajo del ayuntamiento, en plan rollo multicultural e integrador. Incluso se habían enviado varios autobuses a Barcelona a secuestrar gafapastas buenrollistas para el atrezzo de la paellada, pero al final resulta que el presupuesto se agotó tras comprar un paquete de folios, así que la superproducción histórica se acabó transformando en un porno-peplum titulado "La raja de Pandora", en el que la nena, pónganse en lo peor, lleva unas túnicas que parecen las cortinas del cineclub de Botorrita, y mantiene relaciones íntimas hasta con el cuñado del cámara que había ido a llevarle un tupper con filetes rusos para el almuerzo. Bueno, pues para que vean lo que es el mundo del arte y la vanguardia, resulta que la película es lo más de lo más, los críticos se deshacen en elogios y ya está nominada para los premios de la academia en más categorías de las que hay, porque se han tenido que inventar dos docenas de premios nuevos para tantísima calidad y tantísimo ejercicio de estilo. Otro triunfo de la simpatiquísima payasita, otro día negro para la sensatez y el buen gusto.

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