La niña no sabe que si confía ciegamente en el Corazón de Jesús, no le llegará el vientesillo ese... ¡Ay! Yo, desde que me lo imagino con los amorcillos rubios debajo no puedo dejar de rezarle... Pero, claro, luego pienso que puede ser la niña disfrazada y me descompongo...
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