Algunas niñas buenas

 La niña ha decidido someter toda su trayectoria vital a un profundo análisis desde una perspectiva de género. Para ello, ha creado un parque temático en el que el índice de supervivencia es prácticamente nulo, y que, como es lógico, ha tenido un éxito brutal. Cientos de miles de personas lo abarrotan a diario, arrastradas por una pulsión de muerte como no se recordaba en el estado de Milwaukee desde la tristemente célebre estampida de los búfalos de agua dulce. El parque está presidido por una gigantesca estatua de la niña en posición yacente-sedente a la que los fieles suben en ordenadas filas y desde la que se arrojan al vacío entonando heroicos cantos que hablan de la resurrección y del mundo furtivo. Los supervivientes son rematados con afilados fragmentos de copas de martini que alguna vez rozaron los labios de la chiquilla. Los afortunados aúllan en éxtasis al abrazar la definitiva y conpleta oscuridad.

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