Lo que la niña esconde


Los relatos veraniegos de La Niña Payasa - Hoy: Alistair McKerrigansey III

Alistair McKerrigansey III es un rico heredero, un vástago selecto de la más exquisita aristocracia. Su estirpe se remonta hasta más allá de los normandos, y diríase que entronca incluso con los propios dioses, tal es el grado de pureza de su sangre. Vastos imperios financieros y latinfundísticos que durante incontables generaciones han nutrido su raza hacen de él un ser verdaderamente superior, digno de veneración y elogio, estar en su presencia es ya un honor para cualquier miserable mortal que ose aproximársele. Pero lo cierto es que no se le nota nada. Es gangoso y tartamudo, bueno, tartamudo ya no, pues ha seguido una terapia basada en la inmersión en orina de burra fermentada, y ya no tartamudea. Pero gangoso sigue siendo, así que la reverencia que su porte debería provocar, según sus padres, queda bastante atenuada en cuanto empieza a hablar. Y la verdad es que a él le importa un rábano, está harto de su familia y su herencia y lo único que quiere es que le dejen en paz. Desde hace unos meses se ocupa de un negocio insignificante en el mar de relaciones internacionales a los más altos niveles de su familia, pero a él le gusta. Es una pequeña cadena de librerías especializadas en idiomas, y se refugia allí, prácticamente se esconde de sus cientos de parientes que no hacen otra cosa que tomar el té en decadentes palacios llenos de sirvientes que les odian. Alistair se encuentra a gusto en su pequeña oficina, y de vez en cuando visita de incógnito las librerías de la firma. Un día, en una de ellas, para su sorpresa, tras pasar unos minutos hojeando libros como cualquier cliente, la encargada de la tienda le propone sin más que la acompañe al lavabo para practicarle una felación. Alistair, que tiene flema británica para montar una empresa de distribución en treinta y cinco países, sigue a la muchacha y tiene con ella una relación física de lo más satisfactoria. Durante los días siguientes vigila el establecimiento mediante las cámaras de seguridad y comprueba que el comportamiento de la muchacha es habitual, vamos, que mantiene relaciones con un montón de clientes, y lo que es más importante, que los clientes satisfechos siempre hacen compras importantes. El mundo se abre ante Alistair, que rápidamente decide implementar la política en todas sus librerías, asesorado por la muchacha, a la que sube el sueldo pero no cambia de puesto de trabajo pues ella le suplica que no lo haga. El negocio marcha viento en popa, y sus sucursales se han multiplicado y diversificado, con dependientes de todos los sexos que siempre están dispuestos a mostrar a los clientes su pericia con las lenguas. 

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